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El Síndrome de Burnout y su relación con las demandas por Responsabilidad Profesional Médica


El estilo de vida de este siglo ha generado la aparición de nuevas enfermedades relacionadas con el stress laboral y la desocupación, una de las cuáles adquirió la denominación de Burnout (síndrome del quemado) o Síndrome de Tomas.
El concepto de Burnout fue utilizado por primera vez en el ámbito de la psicología por Freudenberger, en el año 1974. Este psicólogo lo definió como un estado de fatiga o frustración que se produce por la dedicación a una causa, forma de vida o relación que no produce el esfuerzo esperado. Es un estado de agotamiento físico, emocional y mental, causado por el involucrarse en situaciones emocionalmente demandantes, durante un tiempo prolongado.
Más tarde, Maslach y Jackson propusieron tres dimensiones interrelacionadas: el cansancio emocional, la despersonalización y la realización personal. Estas dimensiones se integran en el cuestionario Maslach Burnout Inventory (MBI) que se utiliza para medir dicho síndrome.

1. El Cansancio Emocional: constituye el elemento central del síndrome y se caracteriza por una sensación creciente de agotamiento en el trabajo, “de no poder dar más de sí”, desde el punto de vista profesional. Para protegerse de este sentimiento negativo, el sujeto trata de aislarse de los demás, desarrollando así una actitud impersonal, deshumanización de las relaciones hacia las personas y miembros del equipo, mostrándose distanciado, a veces cínico y usando etiquetas despectivas o bien, en ocasiones, tratando de hacer culpables a los demás de sus frustraciones y disminuyendo su compromiso laboral. De esta forma intenta aliviar sus tensiones y trata de adaptarse a la situación aunque sea por medio de mecanismos neuróticos.
2. La Despersonalización: se refiere a una serie de actitudes de aislamiento de tipo pesimista y negativo, que va adoptando el sujeto y que surgen para protegerse de agotamiento.
3. La Falta de Realización Personal: el sujeto puede sentir que las exigencias laborales exceden su capacidad, se encuentra insatisfecho con sus logros profesionales (sentimientos de inadecuación profesional); si bien puede surgir el efecto contrario, una sensación paradójica de impotencia que le hace redoblar sus esfuerzos, capacidades, intereses, aumentando su dedicación al trabajo y a los demás de forma inagotable. Es un sentimiento complejo de inadecuación personal y profesional al puesto de trabajo, que surge al comprobar que las demandas que se le requieren exceden de su capacidad para atenderlas debidamente.

La feroz competitividad e inseguridad que rigen en el ámbito laboral, las exigencias del medio, los cambios trascendentales en los enfoques de la vida y las costumbres, condicionan un ritmo vertiginoso que genera angustia, agotamiento emocional, trastornos en los ritmos de alimentación, actividad física y descanso, con dolencias físicas, psíquicas y factores de riesgo que ponen en riesgo la salud de los individuos del nuevo milenio.
El personal médico y paramédico que se desempeña en las instituciones de salud no escapa a esta condición, la que repercute en la calidad de los servicios que ofrece.
En efecto, quienes trabajan en profesiones que se encuentran en íntima relación con el sufrimiento humano (tales como psicoterapeutas, médicos, enfermeros, personal de rescate, etc.) son igualmente vulnerables al desgaste por empatía y al Burnout, dado que la empatía es un recurso importante en el trabajo con poblaciones traumatizadas o sufrientes.
Diversos estudios han demostrado la presencia del síndrome de Burnout entre el personal médico y paramédico.
El contacto estrecho con los pacientes y la sobrecarga de trabajo son las principales causas de este síndrome.
En los últimos años se han evidenciado privatizaciones de obras sociales, sistemas prepagos, falta de presupuesto para la salud con la consecuente inestabilidad laboral, baja remuneración de profesionales que implica una devaluación de su trabajo, aumento de la cantidad de pacientes que deben atender, las exigencias a las que deben someterse; todos factores que ayudan a que los estresores se multipliquen y faciliten la aparición del Burnout.
Específicamente en nuestro país, los servicios de Urgencias son los lugares generadores de estrés por excelencia, dadas sus peculiares características: presión del tiempo y actuaciones urgentes, imposibilidad de realizar periodos de descanso predecibles durante el trabajo, carencia de soporte ambiental (espacio, luz, decoración, climatización inadecuada), imposibilidad de planificar la asistencia, falta de cooperación de los enfermos y de sus familiares debido a las demandas en la asistencia, responsabilidad civil y penal que conlleva la asistencia sanitaria, continuo riesgo y peligrosidad al que está sometido, aumento de las exigencias en cuanto a la calidad de la actuación profesional y continuo incremento de la presión social, que convierte a los pacientes en sujetos hipercríticos con la actuación del personal sanitario y en blanco de las protestas por todos los fallos del sistema sanitario.
Todos estos factores influyen en forma negativa en el desempeño del profesional, que tiende a aislarse, distanciarse de sus pacientes y a ejercer una medicina defensiva. Esta forma de ejercicio de la profesión favorece la comisión de errores, que no son perdonados por los pacientes, fundamentado por trato impersonal con que se los atiende, aumentando drásticamente el número de demandas por presunta “Mala Praxis”.
Por otro lado, a nivel social el individualismo exagerado, el narcisismo, la competencia e indiferencia llevan a un mayor aislamiento, a la falta de solidaridad y cooperación dentro de los equipos de salud, donde nadie se hace “responsable” de sus intervenciones. Todo lo dicho se ve agravado por el aumento de los juicios por mala praxis, que fueron en gran parte, desencadenados por este tipo de ejercicio profesional, generándose así un círculo vicioso del que el médico no logra salir.
Las consecuencias sobre el médico: mayor índice de stress laboral y por ende de Síndrome de Burnout, inclusive con riesgo de suicidio, y en ocasiones el abandono de la práctica profesional.
Por todo lo dicho, es que el Síndrome de Burnout fue considerado por la Organización Mundial de la Salud como riesgo de trabajo. Su trascendencia radica en el impacto que tiene en la relación laboral entre el personal médico y/o paramédico y las instituciones de salud.
En conclusión, dado que la prevalencia del Síndrome de Burnout entre los profesionales de la salud es muy alta, es necesario adoptar medidas para evitar el desarrollo de esta patología, con tan nefastas consecuencias para nuestros médicos. Una de éstas puede ser la intervención tanto individual como grupal dirigida a la prevención del síndrome, así como la promoción del tratamiento integral en todas sus dimensiones con el fin de que el personal del área de la salud realice su trabajo en óptimas condiciones de calidad, eficiencia y satisfacción personal.

 

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