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Odontología Legal, una especialización en ascenso


Entrevistamos el Dr. Aníbal Cobanera, Perito Odontólogo y Director de la Carrera de Odontología Legal en la USAL/AOA (Asociación Odontológica Argentina); con 50 años de trayectoria y una vasta experiencia en el tema.



- ¿Cuál es el panorama actual de la odontología legal?
El panorama ha cambiado tanto que realmente no se compatibiliza demasiado con lo que era antes, donde solo se hablaba de mala praxis. Hoy en día, si bien la mala praxis no ha pasado a un segundo plano, es cierto que está apuntalada por otras funciones que se están cumpliendo y que aparentemente están creciendo ágilmente.

- ¿Por ejemplo?
Por ejemplo el asesoramiento a nivel jurídico de los abogados. Todo abogado que hace una presentación necesita del soporte de un profesional de la salud, cuando el tema lo involucra. Además es evidente, cuando uno lee las demandas, quién recibió una apoyatura válida y quién no. Esto ha dado oportunidad de actividad y trabajo a los profesionales que recién egresan y que están muy bien conceptuados.
Otra cuestión es que el aspecto accidentológico ha crecido espectacularmente. En lo referido a la mala praxis médica y la prevención de la problemática de esa índole se está trabajando intensamente porque hoy en día se están viendo déficits que necesitaríamos aclarar y resolver.

- ¿Concretamente a qué se refiere?
Los documentos básicos y fundamentales de los que tanto se habla, como el consentimiento informado, la historia clínica, etc.; presentan unos cuantos defectos, que hoy se están viendo a la luz de la jurisprudencia. Cuando uno se pone a leer los fallos de los jurados es evidente que hay cosas que corregir.

- ¿Cuáles son los principales déficits que observan en las historias clínicas y qué pasa con el consentimiento informado (CI)?
Las historias clínicas necesariamente deberían ser más ágiles y fundamentalmente más respetadas en cuanto a su estructura y composición. No se puede dar por sentado que el paciente sabe todo de medicina y se le da una lista con miles de cuadraditos para que llene, y además se le pregunta cosas que el paciente mira al profesional como diciendo “y con esto qué me estará diciendo”.
Es necesario invertir los términos y hacer que el paciente diga lo que sabe de sí mismo y asuma él la responsabilidad de transferir su problemática histórica de salud. Me una revisión que hay que hacer en todos los órdenes: medicina, odontología, etc.

- Esto sería una buena forma de prevención del riesgo legal para el profesional…
De este modo la medicina integra al paciente, lo hace sentir parte del problema, porque de lo contrario todo se reduce a un papel que firmó y ya está. El consentimiento informado no se puede dar si el paciente no entiende realmente lo que está aceptando y para ello es preciso que se le diagnostique acabadamente, que se certifique lo que se diagnosticó, que además es una forma de probar la capacidad científica del profesional actuante. Uno ve un diagnóstico y se da cuenta enseguida de la formación que tiene el profesional en cuestión, qué buscó, por qué y para qué lo busco; en fin, hay un montón de aspectos de esa naturaleza que se reflejan en la documentación misma y que a mi juicio son los que están generando los problemas de mala praxis.

- Muchos profesionales manifiestan que dadas las condiciones laborales actuales cuentan con poco tiempo para ver al paciente, conversar con él, etc., ¿qué opina usted al respecto?
Es lamentablemente verdad. La medicina se ha masificado, hoy todo tiene que hacerse por computadora, y habrá que encontrar una metodología que retribuya al profesional en la medida que corresponde. Además los legisladores quieren que las obras sociales paguen todas las patologías y así deterioran el fondo porque todo tiene que ser gratis. Estamos frente a un deterioro económico que tarde o temprano repercute en distintas áreas.

- En el caso de demandas por mala praxis contra odontólogos, ¿por lo general observan que son reclamos fundados o aparecen aventuras judiciales propias de una industria del juicio?
No creo demasiado en la industria del juicio porque tendría piernas cortas y tarde o temprano se volvería como un boomerang sobre el que asume esa actitud. Sí creo que hay mucha gente que está mal preparada, que es inconsciente, irresponsable, y no cumplimenta los principios básicos de la impericia, imprudencia y negligencia; y entonces suceden situaciones de esa naturaleza. Es verdad que muchas veces el asesor los guía mal y se terminan reclamando cosas que no son. Esto debería purificarse pero es algo más para el poder judicial, en cuanto a la normativa, que para la salud.

- ¿Y cuáles serían las complicaciones o eventos adversos más reclamados?
En primer lugar, el tema “evento adverso” a mí me preocupa porque es indefinido. Me han pedido que lo definiera y realmente lo veo un poco subjetivo. Sin embargo, diría que hay áreas que cada vez son más conflictivas, por ejemplo: implantes, ortodoncia –como siempre-, donde más de una vez el profesional se compromete con un diagnóstico o determinado resultado, cosa que no se hacer, y luego se complica el panorama. Más allá de estas especialidades y algunos modernismos, como pueden ser los labios con ácido hialurónico, etc.; en principio está todo más o menos estable. Lo que sí hay es una demanda más fluida y diría que un poquito ha aumentado.

- Hoy a la odontología no solo se la asocia a una cuestión de salud sino que ha ganado espacio la cuestión estética, lo que también habla de un paciente que va a buscar determinado resultado.
Hemos pasado del paradigma de la simplicidad al de la complejidad. El primero era “el dentista para los dientes” y “el cardiólogo para el corazón”. Hoy vivimos en el paradigma de la complejidad y la multicausalidad, y frente a eso va a tener que trabajar el odontólogo. La complejidad del mundo inevitablemente lo va a cambiar.
Ahora bien, el odontólogo cree (y el médico también) que con un buen seguro tiene todo resuelto. Esto no es así, el seguro necesita apoyarse en el cumplimiento de normas que son básicas y fundamentales sin las cuales no va a poder hacer nada.

- ¿Es habitual la práctica de la especialidad orientada por un fin netamente económico, como ser indicar determinado tratamiento porque es más redituable? Por ejemplo, un implante ante un tratamiento conducto, etc. En caso afirmativo, ¿esta actitud no pone en mayor riesgo al profesional?
Sí, esto se da, existe, dado que se paga por práctica.
Desde una mirada de la economía de la salud, esta es una de las fallas del mercado de la salud. El profesional, en la relación con el paciente, que es crítica, es el que tiene que iniciar la demanda, de acuerdo a su ética y conocimiento científico. Esto es correcto porque el paciente no sabe de tratamientos de conducto. El problema es que hoy el profesional, sabiendo que la información es asimétrica, en vez de iniciar la demanda la induce.
En la demanda de salud hay una relación de agencia, donde el principal es el paciente y el agente (médico u odontólogo) es quien debe iniciar la demanda. Pero muchas veces por intereses económicos la induce, aun sabiendo que “hacer el conducto” era lo que correspondía. En un medio de información asimétrica, una mala relación es uno de los gérmenes del problema de la mala praxis. Esta es una de las fallas actuales.
Hay un dicho que dice que mejor que la naturaleza no lo hace nadie y entonces no hay que irnos a otra cosa si podemos apelar a lo nuestro. Un tratamiento de conducto bien hecho dura 30 años; un implante en 15 años lo tienen que hacer de vuelta.
La inducción (de la demanda) puede ir bien o tener un riesgo jurídico altísimo.

- Muchas de estas prácticas (como los implantes) son costeados del propio bolsillo del paciente. ¿Es frecuente que se abandonen los tratamientos a mitad de camino, con el riesgo que eso implica, porque no siempre se pude seguir pagándolos? ¿Esto no genera un nuevo riesgo legal para el profesional?
Esto en realidad se trata de un problema económico y en todo caso si hay que endilgárselo a alguien es a la política de salud del país.
En este momento, si dividiéramos la responsabilidad de la salud en el área de asistencia social y de asistencia privada, la que peor está es la social, en especial el hospital público. No porque le falten insumos sino porque el hospital público trabaja de forma negligente de por sí y está carente de toda responsabilidad. Ellos se lavan las manos y asunto arreglado. Ese es un problema delicado que habría que resolver y es inherente al hecho de que los profesionales están a sueldo y muchas veces no cuidan a su clientela.
En Estados Unidos hay algunas áreas muy interesantes, en la zona de California por ejemplo, hay obras sociales que pagan cuando los pacientes están sanos, y tienen un cupo y le dan dinero al profesional por cápita. El paciente decide atenderse con el Dr. Fulano y a ese Dr., vaya o no el paciente, le pagan. Además hay un cupo extra para estudios especiales como puede ser una radiografía, una resonancia, una radiografía, y a fin de año le dan al profesional todo lo que no usó. Es un sistema interesante que deja un rédito atractivo.

- Para finalizar, en el plano formativo, ¿las nuevas generaciones de profesionales manifiestan interés en la odontología legal?
A montones. Entre los tres últimos grupos de egresado de la AOA ya estamos en 45 especialistas, cifra muy importante para algo tan acotado como es la odontología legal; y todos se encuentran trabajando.
Hemos elaborado un programa que llama la atención por la formación jurídica con la que se van los egresados.

Por Graciana Castelli para APM.


 

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