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RP MÉDICA Y ADMINISTRACIÓN DE RIESGOS
Programas de seguridad hospitalaria: barreras culturales a vencer.
Julio - Agosto 2011


Por Dr. Fabián Vítolo. Gerente de Relaciones Institucionales. NOBLE Aseguradora de Responsabilidad Profesional.


 Dr. Fabián Vítolo. Gerente de Relaciones Institucionales. NOBLE Aseguradora de Responsabilidad Profesional.Muchas instituciones comenzaron a adoptar medidas que minimicen los daños a los pacientes, creando comités abocados al tema. Sin embargo, la implementación de acciones en este sentido es lenta y muchas veces los actores no entienden en profundidad que beneficios aportan. Aquí se brinda un panorama que aclara conceptos.
La seguridad de los pacientes es uno de los objetivos centrales de cualquier organización de salud. Conscientes de esto, numerosas instituciones han comenzado a adoptar medidas que minimicen la posibilidad de daños a los mismos creando comités específicamente abocados a esta tarea. Sin embargo, los progresos en este sentido suelen ser muy lentos y muchas de las acciones son tomadas sin comprender en profundidad los determinantes culturales que favorecen o dificultan los procesos de reporte y prevención del error y el mejoramiento continuo de la seguridad de los pacientes.
La cultura de una organización se define básicamente por el conjunto de valores, creencias y normas que modelan su conducta. Cualquier herramienta técnica (sistemas de reporte, análisis de incidentes, etc.) fracasará si no se encuentra enmarcada en una cultura que favorezca su desarrollo.
Suelen describirse tres tipos de culturas organizacionales:

Cultura organizacional patológica
No hay interés por conocer los errores ni sus causas, se” mata al mensajero”, no se asume la responsabilidad. Es esta cultura el error es castigado severamente o bien es consentido y se desalienta cualquier nueva idea.

Cultura organizacional burocrática

Quienes tienen que tomar decisiones generalmente no se enteran de los errores. Cuando finalmente el mensajero llega, la responsabilidad está compartimentada. En esta cultura las fallas llevan a arreglos de coyuntura, locales y las nuevas ideas generalmente representan un problema.

Cultura organizacional generadora
Se busca conocer activamente los errores y sus causas, se entrena y recompensa a los mensajeros y la responsabilidad es compartida. En esta cultura las fallas llevan a reformas de largo alcance y las nuevas ideas son bienvenidas.

Barreras culturales a vencer

Para implementar programas de seguridad es necesario vencer una serie de barreras muy arraigadas en muchos sistemas de salud.

1. Falta de compromiso y liderazgo de los dirigentes

¿Qué lugar ocupa la seguridad de los pacientes en la agenda de trabajo de todos los días? En general en muchas instituciones se encuentran personas que comienzan a estudiar el tema, a proponer cambios, pero muchas veces chocan con quienes deben tomar las decisiones. La seguridad hospitalaria necesita de líderes. Los mayores avances en la Argentina se debieron al liderazgo de la Academia Nacional de Medicina y al impulso dado por el académico Dr. Alberto Agreste al Instituto de Investigaciones Epidemiológicas.

2. Privilegio de la productividad por sobre la seguridad

Aquellos sistemas que privilegian la productividad por sobre la seguridad son por definición inseguros. Está comprobado que las principales causas de errores son la fatiga, la ansiedad y la falta de personal. Se observa en muchas instituciones una gran resistencia a atacar los problemas de fondo (condiciones de trabajo, procesos deficientes, capacitación del personal, diseño y mantenimiento de equipos). Hay decisiones tomadas por financiadores, administrativos y jefes que afectan los márgenes de seguridad de la primera línea de atención.

3. Resistencia a invertir tiempo y dinero

Obviamente, para obtener resultados en seguridad hay que invertir. La inversión en investigaciones de seguridad de los pacientes del Departamento de Salud de los EE.UU. es de aproximadamente 50 millones de dólares (US Department of Health & Human Services, 2001)

4. Escepticismo
La inmensa mayoría de los profesionales de la salud no creen en la magnitud del problema. No creen realmente que el tema de los errores sea serio, por más que haya un cuerpo de conocimientos que avale esto.
Al respecto resulta interesante el estudio Validar, realizado en 107 hospitales y centros de salud privados de la Argentina (Programa Validar, Ministerio de Salud).
El estudio permitió calcular que, si se contara con un programa activo de control de infecciones podrían evitarse 530 muertes por año y 3000 episodios infecciosos y se ahorrarían 7 millones de pesos, sólo en UTI. Si se considera la totalidad de los hospitales públicos y privados que hay en el país (3196), las cifras ascienden a 17.000 muertes y 96.000 episodios infecciosos anuales, representando un ahorro de 224 M.
Por otro lado, el concepto de fallas de sistemas aparece frente a los médicos como algo vago y complicado, ya que va en contra de todo lo que nos enseñaron y ofende nuestro sentido de libertad y de responsabilidad frente a los pacientes. Hay una tendencia a pensar que culpar al sistema significa evadirnos de la responsabilidad individual que tenemos como médicos de hacer lo mejor para nuestros pacientes con el menor margen de error posible. Ambas cosas son necesarias: la búsqueda de la excelencia a nivel individual y los cambios en el sistema para poder aprender de los errores y minimizar el daño.

5. Individualismo
La complejidad de la práctica de la medicina en nuestros días nos hace totalmente interdependientes y es imposible crear un ambiente seguro si no se trabaja en equipo. La seguridad depende más de la armonía dinámica entre los actores que de la excelencia a nivel individual.
La transición que se requiere para avanzar en seguridad es muy difícil. Implica ceder algo de protagonismo para transformarse en un componente más del equipo, aún siendo el más importante.

6. Discrecionalidad
Cualquier sistema que permite que sus integrantes trabajen en forma ilimitada tomando decisiones autónomas sin mayor regulación ni imposición de límites es altamente inseguro. Hoy la acreditación y certificación médica no es lo rigurosa que debiera y se observan falta de límites y control. Está comprobado que los mayores niveles de inseguridad no se deben a incompetencia. En ámbitos complejos los mayores riesgos suelen correrlos quienes desafían los límites de su propio desempeño.
Los sistemas de seguridad desarrollados en otras industrias niegan aún a los más experimentados la absoluta discrecionalidad. El profesional medio generalmente se siente incómodo cuando se le imponen límites, regulaciones o evaluaciones de desempeño. Si se quiere avanzar, los profesionales deberán ceder algo de autonomía en pos de la seguridad del sistema.

7. Temor
Todavía está muy arraigada entre los profesionales de la salud la cultura del castigo. Esto hace muy difícil que los mismos notifiquen errores y sólo salen a la luz aquellos errores que produjeron daños graves y que son inocultables. Se pierde entonces la oportunidad de aprender a partir de los mismos.
Por otra parte la facilidad para entablar juicios millonarios en nuestro sistema legal desalienta cualquier intento de discutir abiertamente los errores. El sistema de responsabilidad civil y penal del médico tiene un abordaje necesariamente individual, punitivo y confrontacional, buscando establecer culpas. Este sistema pareciera oponerse a los sistemas de seguridad en donde la culpa no es el eje, el abordaje es necesariamente sistémico y no punitivo. La resolución del problema no es fácil y en algunos países ha determinado la protección legal del incidente denunciado impidiendo que se constituya en prueba en casos de responsabilidad profesional.

8. Tolerancia

Muchos profesionales se han acostumbrado a convivir con el error y condiciones de seguridad deficientes. Los errores son tomados muchas veces como fatalidades del destino o hechos fortuitos. ¿Se equivocó de lado? Le puede pasar a cualquiera… ¿Se cayó de la camilla? Son cosas que pasan. En los sistemas punitivos hay menos tolerancia con quien cometió el error que con el error en sí mismo
No debieran asumirse como inevitables o inherentes a la práctica habitual hechos que no debemos permitir que pasen. Reconocer que los errores son frecuentes y que van a ocurrir porque somos humanos no debe llevarnos a una insensibilización que nos paralice. Debemos estudiarlos y buscar la forma de minimizarlos.

9. Falta de consenso
Uno de los principales obstáculos para la implementación de planes de seguridad de pacientes es la falta de consenso entre los especialistas en la materia y los profesionales asistenciales acerca de lo que es relevante. Por ejemplo, de acuerdo a una encuesta del 2002 (Blendon 2002), la mayoría de los médicos asistenciales sólo consideran como muy efectivos para la prevención de errores dos abordajes:
Que los hospitales desarrollen sistemas para evitar el error médico (55%).
Aumentar el personal de enfermería (50%).
Menos médicos consideran que otras medidas, importantes para quienes manejan riesgos, sean efectivas.
Solo el 40% piensa que sería efectivo limitar procedimientos de alto riesgo.
Sólo el 34% piensa que sería efectivo que sólo hubiera especialistas en terapia intensiva en dichas unidades.
Sólo el 23% piensa que sería efectivo aumentar los sistemas de prescripción electrónica.
Sólo el 19% piensa que la historia clínica electrónica sería efectiva para disminuir los errores.

Reflexión final
El error médico y la seguridad de los pacientes ocupan desde hace algunos años el centro de la escena de quienes tienen la responsabilidad de pensar los sistemas de salud en todo el mundo. Como con los programas de calidad en la atención, los programas de seguridad del paciente requieren el compromiso y liderazgo de los más altos niveles de las organizaciones (directores, jefes de servicio). Ningún cambio será posible sin su apoyo.
Si las instituciones de salud quieren realmente tomar medidas efectivas para reducir sus errores y aumentar la seguridad de los pacientes deberán asumir el desafío del cambio cultural. Los profesionales de la salud deberán aceptar la noción de que el error es un componente inevitable de la condición humana, aún tratándose de buenos profesionales acostumbrados a altos estándares de desempeño. Los errores deberán ser aceptados como evidencias de fallas de sistemas y no de carácter. Mientras no se den estas condiciones es poco probable que puedan implementarse progresos significativos. No haremos un sistema más seguro hasta que no decidamos realmente hacerlo.
Parafraseando a James Reason: “No podemos cambiar la condición humana, pero sí podemos cambiar los sistemas en los cuales los humanos trabajan”.

APM N° 19 – Noviembre/Diciembre 2009

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