TESTIMONIO INSTITUCIONAL
“Lo que nos preocupa
es la aventura judicial”. Julio -
Agosto 2011
Entrevista al Dr. Horacio Dillon, médico neurocirujano y directivo de OSDE.
¿En
los últimos años avizora un incremento de los reclamos por mala praxis
médica?
Haciendo una evalua- ción uno ve que se han multiplicado por 10 las
situaciones de litigiosidad, lo cual no quiere decir que las mismas
hayan terminado en situaciones condenatorias para el médico o las
Instituciones, sino que la litigiosidad aumentó en general. Este es uno
de los fenómenos que más preocupa a los médicos y es motivo de
frecuentes conversaciones en los hospitales; afecta a todo el sistema y
no solamente a los profesionales de la salud (médicos, enfermeras,
etc.). También afecta al sector financiador porque ahí hay un desvío
enorme de dinero, y afecta también a los pacientes, a los usuarios de la
salud, y esa es otra de las cosas que a los médicos nos preocupa. A
nuestros pacientes los afecta, en primer lugar, porque parte de los
fondos que podría ir para recursos utilizables por ellos se desvía hacia
ahí. En segundo lugar, porque el médico se ve obligado a ejercer una
medicina defensiva, una medicina en la cual tiene que pedir más cosas,
tiene que estar cubierto ante una serie de situaciones, y esto también
desfinancia y produce riesgo. Y en tercer lugar, porque los médicos
tenemos cierto temor al reconocimiento del error, cosa fundamental en la
medicina. Estábamos muy acostumbrados a que a través del error
analizábamos una situación y buscábamos que no se repitiera, y también
se lo transmitíamos a los médicos en formación. Hoy en día, es complejo
el tema del error, sobre todo porque la medicina no es una ciencia
exacta.
Usted puntualizó que si bien aumentó el número de demandas, el
porcentaje de sentencias condenatorias no había aumentado, o sea, que no
se incrementó en proporción al aumento de las demandas...
No, en general el índice de condenas es muy bajo, es entre el 6 y el 10
por ciento, o menos. Y esto sin hablar para nada en forma corporativa,
porque los médicos no debemos hablar en forma corporativa, debemos estar
de acuerdo en que el que ha incurrido en una negligencia, o en una
imprudencia, o en una impericia, debe reconocer y de alguna manera
subsanar esa situación. Pero lo que nos preocupa es el aumento de la
litigiosidad indebida, el aumento de situaciones de judicialización en
las cuales realmente no hay una causa sino que es una aventura. Lo que
nos preocupa es la aventura judicial.
¿Cuáles cree que son las principales causas endógenas y exógenas de tal
fenómeno?
Hay muchas situaciones. La litigiosidad en nuestra sociedad ha ido
aumentando, es decir, la gente está más demandante y eso está bien. Uno
pasa de una medicina absolutamente paternalista a una medicina en la
cual los pacientes están requirentes en cuanto al reconocer sus
derechos, y eso también está bien. Por otro lado, hay un cierto grado de
litigiosidad de la medicina laboral o de los juicios al Estado que han
dejado de tener vigencia, y eso se ha trasladado a la situación médica
por cuestiones muy especiales o particulares: la modificación del
artículo 84 y 94 del Código Penal, el largo tiempo en el que uno tiene
que guardar toda la documentación (son 10 años de prescripción), el
hecho de que, a diferencia de la justicia laboral, no haya montos o
baremos que regulen. Esto hace que cualquiera pueda entablar una demanda
con beneficio de litigar sin gastos porque como no hay topes, se hace la
demanda por una cifra cualquiera y se declara insolvente. Pero no voy a
echarle la culpa sólo a los abogados, también hay estudios o grupos de
gente que encontró en esto una veta para explotar, que a su vez están
asesorados por médicos que no ejercen la medicina, y que de alguna
manera incentivan este tipo de situaciones.
Entre las causas endógenas podemos mencionar: el exceso de médicos; la
falta de conciencia de la necesidad de mantener mecanismos confiables de
certificación y mantenimiento de la certificación de los profesionales;
de la acreditación periódica de las instituciones, o sea, de trabajar
seriamente en mecanismos de mantenimiento de la calidad. Otra causa es
el poner todo el énfasis en la tecnología y olvidar que la medicina es
también un arte y una relación interpersonal y única basada en la
confianza mutua a través de la relación médico-paciente.
¿Cuáles son las principales medidas de prevención y administración del
riesgo que las instituciones médicas deberían implementar para evitar o
minimizar los efectos de la mala praxis?
Creo que en primer lugar, la capacitación del sector humano: un médico
bien formado, un médico que periódicamente deba certificar su
especialidad, y lo mismo para el resto de las profesiones paramédicas o
de la salud, o sea, una correcta formación y una permanente evaluación.
Esto evita, sobre todo, que la gente pueda caer en situaciones de
impericia. El hacer bien las cosas, con prolijidad, el estudiar con
detenimiento el error para evitar que los errores se repitan. El
informar a sus pacientes, el mantenimiento de la relación
médico-paciente, que es el eje fundamental de la medicina. Muchas veces
las circunstancias llevan a que esa situación se deteriore, pero es
fundamental el mantenimiento de la relación médico-paciente como factor
de prevención. El hacer correctamente las historias clínicas, el
informar a los médicos de esta situación y el mantenerse, de alguna
manera, todas las entidades unidas en defensa de esta situación.
¿Asumen las clínicas y sanatorios una actitud proactiva frente al
riesgo?
Yo creo que lo están haciendo no por el amor sino por el horror. Hoy en
día no hay sanatorio o clínica que no tenga 10 situaciones de demanda, o
que diariamente no tenga alguna situación de litigiosidad. Y, además,
uno ve que hay muchas clínicas que día a día tienen que cerrar sus
puertas porque no aguantan esta situación. También uno lo ve en los
médicos, cada día son más los médicos que van pensando en dejar su
profesión. Los médicos, en la medida que van mejorando su situación
dentro de lo que es la medicina, y tienen la posibilidad de hacerlo,
eligen aquellos casos que son menos complicados. Y esto lleva a que los
casos más complejos o los casos que se puedan complicar a veces tengan
que ser atendidos por la gente que tiene menos experiencia. Entonces el
que se perjudica, al final, es el paciente.