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La clave está en la Empatía Por la Lic. Vanesa Brombin. MUV | Consultora Organizacional El perfil del paciente hoy por hoy ha cambiado, es un perfil mucho más exigente, que demanda otro tipo de atención, y torna esencial para los profesionales de la salud aprender nuevas habilidades necesarias para que la comunicación entre ambos sea efectiva. El paciente evalúa múltiples aspectos relacionados con la calidad y la seguridad que ofrecen las Instituciones Sanitarias. Su recuerdo ya no sólo se centra en la resolución de su proceso, sino, y muy importante, en el trato humano recibido por el equipo que le atendió. Y si hablamos de trato humano, el puntapié es la empatía. Una habilidad y competencia que tiene que caracterizar a cualquier integrante de un equipo de la salud: médico, enfermero, administrativo, gerente. De la cepa que sea. PERO, ¿QUÉ ES LA EMPATÍA? Puede ser entendida como la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Pero es mucho más, sobre todo si la definimos en el contexto de la salud. La empatía se considera una de las competencias básicas y fundamentales (¿fuerte no?) en el aprendizaje de las profesiones de la salud en este siglo, y se define como la capacidad de entender las emociones de los pacientes o sus familiares, así como sus perspectivas y experiencias. Las personas que tienen empatía están mucho más adaptadas a las sutiles señales sociales que indican lo que otros necesitan o quieren. No se trata de mostrar alegría, ni de ser simpático, sino que consiste en ponerse en el lugar del paciente y tratar de percibir el mundo tal y como él lo hace. La falta de empatía puede obstaculizar cualquier comunicación, ya que impide captar adecuadamente los mensajes más significativos, sus opiniones, deseos y sentimientos. ¿Sabían que altos niveles de empatía se relacionan con mayor facilidad de los pacientes o sus allegados para expresar sus síntomas y preocupaciones? ¿Y qué elevados niveles de empatía se han correlacionado con mayor satisfacción, menor estrés y burnout profesional del personal sanitario? Volvemos a repetir, la EMPATÍA es clave. SI HABLAMOS DE EMPATÍA, HABLEMOS DE INTELIGENCIA EMOCIONAL. La inteligencia emocional es la capacidad para adaptarse emocionalmente a una situación de manera adecuada y rendir en ella. Y la empatía es uno de sus componentes fundamentales. “Una persona inteligente emocionalmente es aquella que es capaz de: comprender, aceptar y expresar sus emociones de manera natural; empatizar con las emociones de los demás, evaluándolas, reconociéndolas y entendiéndolas; regular las emociones propias, ayudando a no perder la templanza; y, por último, emplear la emoción como facilitador del rendimiento.” (Hernández-Vargas y Dickinson-Bannack, 2014). Un profesional de la salud con inteligencia emocional es capaz de lograr y desarrollar las siguientes habilidades: Reducir el temor. Conocer lo que está sintiendo su interlocutor. Escuchar y calmar. Admitir las diferencias entre los seres humanos. Mitigar el duelo. Manejar el enojo, la tristeza y otros estados emocionales. Lograr un mejor cumplimiento de las indicaciones del tratamiento. Lograr conductas más saludables. Facilitar la adhesión terapéutica. Fomentar la independencia de los pacientes. Controlar sus propios sentimientos y lograr sentirse bien con lo que está haciendo. La buena noticia es que la conducta empática y la inteligencia emocional puede y debe enseñarse. Anímense. (*) Co-Fundadora de MUV | Consultora Organizacional. Lic. y Prof. en Comunicación Social, especialización en Comunicación Institucional. Universidad Nacional de Córdoba. Mamá y emprendedora con amplia trayectoria en la gestión de Área de Comunicación, Desarrollo Humano y Logística del Sector Salud de la provincia de Córdoba. Más info: www.muvconsultora.com |
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